
El 11 de abril de 2025, ocho almas aventureras emprendieron un viaje inolvidable hacia el cielo de Panamá: la cima del imponente Volcán Barú. Provenientes de Costa Rica, llegaron hasta las tierras altas de Chiriquí con un solo objetivo: alcanzar el punto más alto del país bajo el manto de las estrellas y recibir el amanecer desde el techo de Panamá.
Su travesía comenzó en Quédate Aquí, un hospedaje acogedor en Volcán, donde el grupo descansó y se preparó para el reto.

A las 8:30 de la noche, Jorge López, guía y fundador de BaruExpedition, se reunió con el equipo y juntos partieron hacia la entrada del parque nacional. Allí, firmaron el registro en la caseta de control, verificaron el equipo, ajustaron mochilas, y con linternas encendidas y corazones latiendo con emoción, ingresaron al sendero.

La noche era clara. El cielo, completamente estrellado, parecía dar la bienvenida a esta expedición, mientras la luna, brillante y cómplice, iluminaba el camino serpenteante entre árboles, piedra y silencio. La ruta comenzó con una inclinación desafiante: cerca de 5.8 metros horizontales por cada metro de elevación. Los primeros kilómetros demandaban fuerza en las piernas, determinación y buen ritmo.

Cada paso era un avance hacia lo desconocido, hacia lo alto. Entre conversaciones breves, pausas estratégicas y miradas hacia un cielo infinito, el grupo fue conquistando tramo a tramo.

Algunos llevaban mejor condición física, otros venían desafiando sus propios límites. Pero todos compartían algo más fuerte que cualquier dificultad: la voluntad de seguir adelante.

A medida que la madrugada avanzaba, el aire se hacía más frío, el cansancio más evidente, pero también se acercaba la recompensa.

Los últimos 2.3 kilómetros se convirtieron en una verdadera prueba de resistencia, con pendientes que en algunos puntos se tornaban tan verticales como 1 metro horizontal por 1 metro de elevación.


Y entonces, poco después de las 5:30 a. m., la última persona del grupo llegó a la cima. Lo habían logrado. Frente a ellos, un amanecer majestuoso comenzó a pintar el cielo de tonos naranjas y rosados, revelando el paisaje que hasta entonces solo imaginaban: montañas dormidas bajo nubes, el Pacífico y el Atlántico a la distancia, y el eco silencioso del esfuerzo convertido en logro.

En la cima compartieron el desayuno, entre sonrisas, fotos, abrazos y miradas que no necesitaban palabras. Habían hecho algo grande. Habían subido al Barú en la noche, y ahora lo veían desde lo alto, con el sol como testigo de su hazaña.

El descenso se hizo en vehículos 4×4 hacia Boquete, y desde allí regresaron a Volcán, donde pudieron finalmente descansar y revivir los momentos vividos. Una noche después, el grupo emprendió el camino de regreso a Costa Rica, llevando consigo mucho más que fotos: llevaban la historia de una experiencia que quedará marcada en el alma.

Desde BaruExpedition, les deseamos el mayor de los éxitos en sus caminos. Gracias por confiar en nosotros para vivir esta travesía. Que cada cima que enfrenten les recuerde de lo que están hechos: valor, constancia y espíritu de equipo.
¡Hasta la próxima!


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